sábado, 18 de febrero de 2012

Jugando a Dios.

Es sabido que las empresas farmacéuticas experimentan sus fármacos con seres humanos en África y América Latina. No importa que mueran miles y miles de hombres, mujeres y niños si con ello se garantiza la medicación en el “mundo desarrollado”.

Pero no es tan conocido que el gobierno de los Estados Unidos tiene a sus propios ciudadanos y a su propio territorio como cobayas para experimentar productos químicos y biológicos. Y con la misma consecuencia: miles y miles de muertos.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, los experimentos con seres humanos en Estados Unidos  eran ya una práctica corriente. Lo mismo que en la Alemania nazi. EN 1931 los médicos del Instituto Rockefeller inoculaban células de cáncer a seres humanos.

En 1932 comienza la operación Tuskegee para el estudio de la sífilis. Esta “operación” duró décadas. Se comenzó con 600 negros, y durante 40 años a 400 de ellos se les inoculó la sífilis para ver su evolución frente a los otros 200 “sanos”. Conforme iban muriendo, el gobierno ofrecía a las familias entierros gratuitos a cambio de autopsias.

En 1940 se experimenta con 400 presos de Chicago, que son infectados de malaria y tratados con medicamentos experimentales. Los nazis pusieron como ejemplo este tratamiento para justificar su propio genocidio cuando fueron acusados en Nuremberg.

En 1942 se hacen experimentos con gas mostaza en 4.000 soldados. También se experimenta con nanonitas (amish) a cambio de librarse del servicio militar. Nadie era sabedor de las consecuencias de las pruebas a que eran sometidos.

En 1944 la Marina prueba máscaras y ropa antigás; los “cobayas humanos” eran encerrados en una cámara de gas y rociados con gas mostaza. ¿Les suena a algo? Luego en 1995 el gobierno admite que ofreció sueldos y medios para seguir con sus investigaciones a los científicos criminales de guerra japoneses que habían experimentado con seres humanos.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, con el comienzo de la Guerra Fría, los experimentos con seres humanos en los EEUU alcanzaron cotas increíbles.

En 1994 un informe del gobierno revela experimentos con centenares de miles de soldados durante la Guerra Fría. Los soldados fueron expuestos a mostaza y gas nervioso, radiación de iones, psico-químicos, alucinógenos y drogas.

Tres años después se dan a conocer las filmaciones de Alamo Gordo, en las que se aprecia cómo los mandos engañan a los soldados (más de 200.000 soldados) para que se expongan a la radiación, a 2 km de las explosiones nucleares.

Recientemente, en 2002, ha salido a la luz que 4.300 marinos fueron sometidos a 113 pruebas entre 1964 y 1968 con armas químicas y biológicas en sus propios buques, sin conformidad de los afectados ni protección alguna. Destaca el caso del buque George Eastman, en el que, en 1964 se usó el gas sarín, que ataca al sistema nervioso y es letal; el gas fue fumigado sobre el navío e introducido en el sistema de ventilación.

Entre 1960 y 1961 se desarrolló el Proyecto 112, en el que experimentaron con 5.842 soldados con agentes químicos y bacteriológicos, gases nerviosos VX y sarín. También se aplicaron estos productos en zonas pobladas. Para descontaminar los barcos de guerra se usó Betapropriolactono, que es un agente cancerígeno.

Aparte de los cientos de miles de soldados sometidos a radiación nuclear, se calcula en unas 20.000 las personas que hicieron de cobayas humanas en diversos experimentos durante la Guerra Fría. La mayoría fueron soldados, pero también se pueden incluir a embarazadas (820 embarazadas recibieron dosis de hierro radiactivo) y niños (200 niños recibieron altas dosis de plutonio y uranio radiactivos).

A Mary Jean Connell, ahora de 74 años, le inyectaron uranio en sangre, sin que ella lo supiera. El objetivo era saber el efecto de las armas atómicas en los seres humanos, en caso de guerra nuclear. Los afectados desarrollaron diversos tipos de cánceres. En 1996 sólo se pudieron localizar a 12 personas vivas.

Y si hay que curar al enfermo, la situación no es mucho mejor. En 2007 estalló el escándalo del Hospital Militar Walter Reed, situado a menos de 10 km de la Casa Blanca. El “buque insignia” de la sanidad militar estadounidense es un edificio en ruinas y plagado de ratas y cucarachas, donde reina el caos burocrático. Cientos de veteranos han de esperar semanas para recibir tratamiento.

En 1994 el Dr. Garth Nicolson en el Centro del Cáncer MD Anderson en Houston, descubre que los veteranos de Irak fueron inoculados con Micoplasma Incognitus, un microbio normalmente usado en la producción de armas biológicas. También se había experimentado con los presos de Texas. En 1996 el Departamento de Defensa tiene que reconocer que los soldados de la Guerra del Desierto fueron expuestos a agentes químicos.

Aparte de los 8.000 soldados que recibieron vacunas experimentales contra el botulismo, 400.00 soldados estuvieron expuestos a radicaciones de uranio en la guerra del Golfo en 1991. El total de soldados en el Golfo fue de 500.000.

Una gran cantidad de veteranos sufren lo que se ha denominado como el “síndrome del Golfo”: cansancio, dolores musculares y pérdida de memoria y sus hijos nacen con malformaciones.

En 2003 dos abogados denuncian que a los pilotos en Afganistán se les suministra anfetaminas para evitar la fatiga, en detrimento de su capacidad de concentración.

En 1990, se experimentó con 1.500 bebés negros e hispanos de 6 meses de edad en Los Angeles. Es una vacuna contra el sarampión aún no autorizada. En los años de la Guerra Fría se experimentó con niños deficientes de Massachussets. Se les dio de comer alimentos radiactivos.

A niños huérfanos con HIV de Illinois, New York, Maryland y Texas se les suministró fármacos experimentales contra el sida en los años 90 del siglo pasado. Si el niño mejoraba, la prueba era positiva; si el niño moría, la prueba era negativa. Los diagnósticos oficiales a los niños que morían eran neumonía o envenenamiento en la sangre. La mayoría de niños eran latinos, negros o blancos pobres.

También se ha sabido recientemente que empresas de cine de Hollywood utilizaron niños para averiguar su reacción ante escenas de extrema violencia.

Se trata de emplear el LSD como agente químico paralizante. De 1947 a 1958 se experimenta con 1.000 personas; a partir de entonces los experimentos se hacen en Europa y Extremo Oriente.

El 16 de agosto de 1951, los habitantes de una localidad francesa sufrieron una intoxicación colectiva con toda suerte de alucinaciones y paranoias. Siete personas murieron. Un hombre se tiró por el balcón al grito de “soy un aeroplano”; otro se ahogó a sí mismo pensando que estaba siendo devorado por unas serpientes. Un niño de 11 años quiso estrangular a su abuela, y 50 afectados acabaron ingresados en psiquiátricos incapaces de recuperar la estabilidad mental.

Según las teorías barajadas hasta el momento, esa parte de la población comio de un pan que se pudo contaminar accidentalmente con mercurio, con micotoxinas o con ergot (cornezuelo), un moho con efectos alucinógenos que ataca al grano de centeno. Pero el periodista Hank Albaralli afirma en un libro sobre las actividades de la central de espionaje en la Guerra Fría que todo fue un experimento para probar los efectos del LSD en la población y su posible uso como arma.

Cuando se investigaba el suicidio del bioquímico Frank Olson, que trabajaba para la CIA, Albaralli dio con un documento que transcribe una conversación entre un agente de la organización y un representante del laboratorio farmacéutico suizo Sandoz (creador del LSD). En ella que se mencionan el “Secreto De Point-Saint-Escrit” y la Dietilamida, base del ácido lisérgico.

Luego se supo por medio de algunos militares estadounidenses compañeros de Olson, que explican que la CIA, en colaboración con el ejército de su país, pulverizó primero el pueblo desde un avión con la sustancia alucinógena. Al ver que no hacía efecto, decidieron contaminar directamente algunos alimentos.

En 1965 comienza el Proyecto MKSEARCH, que estudia las reacciones humanas ante drogas sicodélicas. El proyecto MKOFTEN, iniciado al año siguiente, trata de comprobar los efectos toxicológicos de ciertas drogas.

En 1965 se aplica dioxina a los presos de la Prisión Estatal de Holmesburg en Filadelfia. La dioxina es un componente cancerígeno del Agente Naranja que se estaba utilizando en Vietnam. Se estudian los casos que desarrollan cáncer.

En 1970 se da a conocer la existencia de “armas étnicas”, que actúan y eliminan colectivos determinados.

Durante la Guerra Fría se experimentó con esquimales de Alaska y negros con bajo nivel de inteligencia. A los esquimales se les dio yodo radiactivo para estudiar el comportamiento de la tiroides en situación de frío extremo. A enfermos de cáncer de raza negra con bajo nivel de inteligencia se les aplicó radicación por todo el cuerpo en la facultad de Medicina de la Universidad de Cincinnati (Ohio).

También están afectados los mineros que trabajaron en minas de uranio, a los que se suministró medicamentos radiactivos. En 1981 aparecen los primeros casos de SIDA entre la comunidad homosexual de New York, Los Angeles y San Francisco. Tres años antes se habían hecho pruebas con una vacuna de Hepatitis B, requiriendo especialmente hombres homosexuales promiscuos.

Que se sepa, al menos entre 1949 a 1969 se han hecho pruebas con bacterias y virus en zonas pobladas. En 1950 se rocía a San Francisco con bacterias. Se trata de ver la reacción de la población. Los casos de pulmonía se multiplican.

En 1953 se rocían con Sulfuro de Zinc-Cadmio zonas de Winnipeg, St. Louis, Minneapolis, el Fuerte Wayne, el Valle del Monocacy en Maryland, y Leesburg, Virginia. En 1953 se rocía con Marcescens Serratia y del Bacilus Glogigii a las ciudades de New York y San Francisco.

En 1955 se rocía con una bacteria a la Bahía de Tampa, Florida, para ver su efecto sobre la población. En 1956 se rocía con mosquitos con fiebre amarilla a Bahía de Tampa, Florida. En 1966 se rocía con Bacillus subtilis al Metro de New York, pudiendo afectar a un millón de personas. En 1968 se experimenta el envenenamiento del agua potable introduciendo productos químicos en la red de agua de Washington, D.C.

En 1977 se hace público desde el Senado que entre 1949 y 1969 fueron rociadas con agentes biológicos hasta 239 zonas pobladas. Zonas como San Francisco, Washington, D.C., Centro-Oeste de EE.UU., Ciudad de Panamá, Minneapolis y St. Louis.

Como los nazis, los norteamericanos no vacilan en asesinar a su propia población, incluyendo mujeres y niños. 

 



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario