sábado, 7 de abril de 2012

la cuarta puerta.

Una creencia es un pensamiento que hemos interiorizado y aceptado como verdad. Contínuamente los seres humanos, por la misma naturaleza del funcionamiento actual de la psique, tendemos a construir creencias, las cuales modulan nuestra visión, interpretación y vivencia de la realidad. 
La mente humana es un maravilloso vehículo de creación. Lamentáblemente no somos consciente de ello y apenas o casi nunca sabemos como utilizarla plenamente en su real potencial. Durante milenios las distintas culturas y sociedades humanas han ido construyendo innumerables sistemas de creencias para intentar explicar el significado del mundo y el misterio de la vida. Cada sistema de creencias es un marco conceptual y emocional por el cual se pretende entender la realidad. Este marco le otorga la forma y el sentido a nuestra realidad subjetiva, permitiendo pero condicionando nuestra relación con ella. Por eso es fundamental la cualidad y la estructura del sistema de creencias que empleemos para comprender e interactuar con el mundo exterior.  Y también, más importante aún, para conformar y relacionarnos con nuestro mundo interior.
¿Cual es nuestro sistema de creencias? ¿Como se ha llegado a formar este? ¿Quién o cómo nos lo han trasmitido e inculcado? ¿Que parte de él hemos creado nosotros como individuos con experiencias propias y personales y que parte nos han implantado otros a lo largo de nuestra vida?  ¿Ha sido correcta la forma en que hemos construido o levantado nuestro sistema de creencias? ¿Es posible modificar este personal e influyente sistema de creencias que mantenemos? ¿Nos permitiría eso cambiar o acceder a un horizonte vital o conceptual más amplio? ¿Seremos entonces seres más libres? ¿Percibiremos o discerniremos mejor o más profundamente la verdad o la realidad?
La mayor parte de la gente ni siquiera sabe que és o en qué consiste un sistema de creencias. Desconocen que su entendimiento se halla inmerso sin saberlo dentro de una subjetiva estructura de doctrinas, creencias  y pensamientos. Ymucho menos saben que eso nos conforma la visión del mundo en el que habitamos. El sistema de creencias es un factor determinante que influeye de forma contínua en nuestra realidad psicológica y por ende también en nuestra realidad cotidiana. En cierta manera se puede decir que es uno de los factores más importantes que condicionan la forma de entender la vida, la muerte, el mundo, la realidad y a nosotros mismos. Es una pieza básica de la geografía de la psique, una pieza básica por la que entendemos y construimos nuestro modelo de realidad, así como nuestra posición en el universo.
El sistema de creencias puede ser una avenida abierta hacia la libertad o una prisión opresora que nos tortura. Es capaz de levantar muros infranqueables, alzar bosques atemorizadores, sembrar trampas traicioneras ...  o bien, por el contrario, puede descubrir horizontes de floridas praderas y desplegar infinitos paisajes que nos invitan a explorarlos. Por ello el trabajo con la creación de un nuevo sistema de creencias personal es tarea inexcusable y constituye la cuarta puerta de la senda luciferiana. 
El problema primero que nos encontramos es que el ser humano corriente ni siquiera tiene plena conciencia de que su sistema de creencias es una implantación psíquica, un programa de contenidos y significados mentales y emocionales. Más bien podemos considerarlo un agregado en nuestra psique, que puede ser modificado e incluso anulado completamente. Es más, todavía son mayoría las personas que desconocen siquiera que és eso de un sistema de creencias. Y también ignoran que ellos y su sistema de creencias son en verdad dos realidades distintas. Asimismo no se plantean que las convicciones o creencias que sustentan pueden ser erróneas o equivocadas. Pero, aunque cualquiera de nosotros ignore todo sobre la naturaleza condicionante de un sistema de creencias, no podemos evitar, precisamente aún más por ello, que  inconscientemente  interactuemos de forma contínua a través de él, siendo en el fondo una de las causas principales de nuestras limitaciones en su sentido más amplio y profundo.
Tal como muestra la famosa primera película de la saga de ciencia ficción titulada Mátrix, nuestra conciencia se halla prisionera dentro de una compleja estructura de programas psíquicos. Por ello es fundamental liberarnos poco a poco de ellos si queremos avanzar en la senda luciferiana. 
Pero los sistemas de creencias no son fáciles de descubrir y aún menos de erradicar, pues se hallan firmemente anclados en la psique por fuertes vínculos y apegos emocionales, los cuales los protegen y aseguran su supervivencia. Su implantación en la psiquis comienza en la tierna infancia, a través de progenitores, instructores, grupos de amigos ... así como mediante modelos culturales, religiosos, políticos, científicos, etc. Todo estos círculos de influencia unidos conforman una malla de convicciones y creencias que sostenemos sobre nuestra persona, la vida y la realidad.  Esta malla es difícil de reconocer como enemigo, ya que la consideramos una parte de nuestra naturaleza como seres pensantes y sintientes. Y no sólo modelamos nuestra actitud en la vida ordinaria condicionados por estas creencias, sino que incluso enfocamos nuestro ideario de una vida postmorten posible o no condicionados por ellas. 
Nuestro sistema de creencias también condiciona especialmente las emociones que sentimos ante las cosas, las circunstancias y las personas. El ser humano pensante no es capaz de vivir sin el marco de un sistema de creencias. Eso nos diferencia de los animales. Nos hace ser quizá superiores al reino animal, pero a veces nos puede también convertir en esclavos. Por ello en la senda luciferiana es imprescindible tomar conciencia de lo que es un sistema de creencias y comenzar la tarea de revisarlo y por último de liberarnos de él hasta donde se requiera. 
Los animales no tienen creencias. Viven la realidad directamente a través de los sentidos y las inmediatas necesidades fisiológicas y psicológicas de su especie. Algunos animales pueden tener a su manera casi todas las emociones humanas, pero desprovistas de un sistema de creencias. Los humanos por el contrario construimos relatos personales y culturales para explicar la vida y la realidad. Y estos relatos los tomamos como objetivamente auténticos, pero muchas veces son absolutamente subjetivos. 
La grandeza del ser humano es que nuestro sistema pensante, con sus distintos niveles, tiene capacidad para generar, cambiar y determinar la realidad. Sin embargo aún no somos dueños precisamente de nuestro propio sistema pensante y por ello caemos fácilmente en la formación y manipulación de creencias erróneas sobre nosotros, los demás y el mundo exterior. Por esto es prioritaria la necesidad de limpiar nuestro sistema de creencias, ya que no somos conscientes de hasta que punto su contenido es verdadero y hasta cual erróneo. Hay que derribar el edificio de las viejas creencias para construir otro totalmente nuevo. Pero ahora debemos hacerlo nosotros mismos, como individuos conscientes, liberándonos de todo aquello que nos habían construido otros o de aquello erróneo que desde la infancia habiamos levantado nosotros mismos. 
Existen sistemas de creencias en distintas áreas según el campo al que se refieran:  religiosos, históricos, políticos, científicos, culturales, personales, etc. Quien pretenda seguir la senda de las Nueve Puertas no debe ser prisionero de ninguno de ellos. Todas las creencias son subjetivas, revisables y prescindibles en muchos casos. Hasta ahora nuestra identidad pensante y vital ha estado determinada por todos los viejos sistemas de creencias con los que nos hemos ido identificando y rodeando en el curso de nuestra vida. Sin embargo esas viejas y cotidianas creencias forman una pantalla mental que nos impide ver la realidad que hay más allá. 
Las creencias son nichos psíquicos a través de los que nos relacionamos con el universo y las demás inteligencias. Por eso en la Senda Lucifera debemos elegir conscientemente y construir unas nuevas creencias que nos permitan acceder a otros planos, seres y realidades. Pero debemos tener sumo cuidado al determinar ahora nuestras nuevas creencias, pues se trata de que nos permitan liberarnos del Reino de Sombras en el que nos mantenemos y nos abran la vía hacia la verdadera realidad. 
Esta Cuarta Puerta concierne por tanto a lo relativo a vaciarnos de las viejas creencias limitadoras que hemos sostenido hasta ahora y comenzar a construir en ese espacio vació las nuevas creencias luciferianas, que nos permitan aumentar nuestra relación de libertad, consciencia y poder en el universo. Las creencias luciferianas unifican el potencial de la mente y el cuerpo humanos, trabajando al unísono, mediante la conciencia y la voluntad, para llevarnos hacia el despertar de la realidad divina.
Sin embargo no es fácil descubrir, analizar y desapegarnos de todas esas creencias que hasta ahora conforman nuestro cuerpo de modelos conceptuales o paradigmas de la realidad. Ya desde épocas antiguas muchos sabios y filósofos han intentado hacernos comprender que el ser humano se halla prisionero de múltiples creencias que desfiguran e impostan una realidad mayor que no percibimos. El famoso mito de la caverna, que nos transmitió el griego Platón procedente de sabios anteriores, pretende ilustrar con esta sencilla metáfora como permanecemos prisioneros de los sistemas de creencias. Expone que en verdad no percibimos la realidad auténtica sino una realidad falsaría que otros (los sistemas de creencias) proyectan en la pantalla de nuestra psique. Un ser humano atrapado en la caverna se libera de este hechizo y saliendo al exterior vislumbra la verdadera luz y la auténtica realidad. Pero cuando regresa los demás no le creen y acaban matándolo. Esta vieja alegoría dibuja el estado de la especie humana, prisionera de ese Reino de Sombras que tomamos como realidad cuando no se trata sino de una distorsión perceptual y conceptual. Más allá de las Sombras de la Caverna se halla el ignoto Reino de la Luz, que la senda lucifera de las Nueve Puertas trata de revelar e indicar. El ser humano se encuentra así prisionero de su propia mente. Una mente que puede servir de puente al infinito y a la divinidad, pero que en nuestro actual estado evolutivo construye y proyecta una malla de espejismos que nos mantienen prisioneros de esa fascinación.
Sin embargo cambiar nuestras creencias actuales por las que propone la Senda Lucifera no es tarea fácil, ya que no consiste en adoptar una doctrina o credo nuevo, como el que cambia una ideologia, un libro sagrado o un manual dogmático por otro. Para poder crear un sistema de creencias superior, del nivel que se pretende en el Camino de las Nueve Puertas, es preciso un trabajo profundo con los elementos de la psique que propician  permanezcamos en un nivel anterior inferior. De lo contrario repetiremos los mismos errores y esquemas, aunque cambiemos el color de las cosas. Por eso, lo que de verdad aspiramos es pasar a un orden superior de creencias, unas creencias que sean fruto de un elevado trabajo consciente individual, de carácter transcendente transpersonal, y no procedan de modelos sociales o religiosos colectivos o de experiencias y vivencias del yo personal egóico. 
Por esto mismamente no es posible pasar a un estadio superior en la naturaleza de las creencias, así como en  nuestra relación con la realidad profunda del universo, mediante un mero cambio colectivo global, propiciado por una determinada fecha, corriente energética o masa humana crítica. La evolución de la que hablamos en el Sendero Luciferiano sólo puede llegar a través de actos profundamente individuales y conscientes de transformación interna. Y esta evolución luciferiana, a la que potencialmente está destinado el ser humano, sólo alcanzará a concretarse si traspasamos todas las puertas o barreras que nos mantienen en este estadio semiconsciente proterogénico.
Como primer paso en esta Puerta debemos comenzar haciendonos preguntas. Si no nos cuestionamos las que hasta ahora han sido nuestras creencias será imposible que demos el paso de buscar algo nuevo. Los niños hacen muchas preguntas, pero pasado un tiempo el ser humano deja de hacerlas, conforme se va solidificando el edificio de sus creencias, dentro del cual caemos prisioneros. Por ello los maestros antiguos siempre han comenzado sus enseñanzas asertando que hay que volver a ser como niños. Pues sólo los niños están abiertos a recibir conocimientos nuevos, a preguntarse todas las cosas, a buscar comprenderlo todo. Pero en la edad adulta pensamos que las creencias a las que hemos llegado son algo definitivo, nos identificamos tanto con ellas que no nos damos cuenta de que la mayoría pueden ser cambiadas, al igual que de ropa nos mudamos cada día. Las creencias son una versión de la realidad, pero no son la realidad. 
Sin embargo la niñez a la que ahora debemos regresar es  una segunda niñez más avanzada que la anterior. Una niñez donde hayamos desarrollado el sentido crítico, el discernimiento, el juicio razonado, la capacidad de buscar e indagar la información siguiendo criterios formados. Una niñez nueva donde nuestra percepción e intuición no esté marcada por el miedo o los simplismos infantiles, sino guiadas por la búsqueda del significado trascendente y la libertad última de nuestro ser esencial verdadero. 
Las creencias son filtros perceptivos. Las creencias o convicciones profundas forman filtros a través de los cuales observamos la realidad. Filtros que funcionan a nivel inconsciente. Son filtros mentales que tienen la capacidad de alterar la percepción de lo que vemos. Pueden ser tanto personales como colectivos, pero tienen siempre el poder de dejar o no dejar pasar la información que nos llega del entorno. Estos filtros, de los que somos inconscientes, se crean tanto a través de emociones como de creencias. Ellos determinan la realidad que se crea en nuestra mente e igualmente generan los procesos mentales que dan forma a nuestra personalidad. 
Por todo ello en la Senda Luciferiana debemos comenzar por descubrir cuales son esos filtros y creencias que están influyendo y determinando nuestra percepción de la realidad. Y será entonces cuando podamos comenzar a construir conscientemente unas creencias de nivel superior, basadas en un horizonte de libertad y trascendencias, al unísono con el trabajo y experiencia individual en la senda luciferiana. Cada nueva convicción tendrá que estar fundada en la conexión con el ser o yo transpersonal y no en las limitaciones y espectativas del ego.  El cambio del sistema de creencias tiene que ir al unísono con el cambio en nuestra identidad personal (quinta puerta), pues de lo contrario no se podrá alcanzar una nueva perspectiva que permita vislumbrar nuevas posibilidades reales. 
Esta cuarta puerta va unida de la mano a la quinta y sexta, formando las tres el portal del Poder. Y a su vez este Portal va detrás del primero o portal de la Presencia. Todas las puertas van imbricadas en una cadena o sistema mayor, interactuando, formando una unidad de senda o camino, que es el Sendero de Lucifer o camino de la individual conciencia evolutiva profunda. 

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